Entrevista a Jerónimo Santos González

ENTREVISTA A JERÓNIMO SANTOS GONZÁLEZ

Joven, atlético, responsable, carismático y –más que nada– divertido y súper positivo, el Skipper español del Punta del Este nos contó su historia y expectativas.

Entrevista por: Santiago Core

Nació en Galicia y creció en Melilla (Norte de África): ¿siempre vivió “con vista al mar”? Además, su padre y su abuelo fueron capitanes ¿en qué tipos de barcos?

Pues sí, vengo de familia de navegantes y he estado siempre muy vinculado al mar. Ellos empezaron en barcos pesqueros pasando luego a barcos más grandes de tonelaje, normalmente de carga (containers). Creo que a mi padre nunca le gustó llevar pasajeros, pues nunca entró en el rubro de los transatlánticos. Recuerdo que nos mudamos desde Galicia, muy lluvioso como sabéis, a una ciudad española en el norte de África. Cambio radical y, como somos cinco hermanos, mi madre dijo “pues tenéis que empezar con algo”. Yo tenía 7 añitos y nos apuntó a una escuela de vela; ahí empezó mi amor por la vela, aunque ya había acompañado a mi padre cuando era más pequeño.

Ha competido muchas veces en campeonatos españoles o incluso representando a España. ¿Qué es lo más importante que aprendió de esas experiencias?

Sobre los campeonatos y las regatas nacionales en España e internacionales, he tenido la suerte de que siempre he sido muy receptivo para aprender de los buenos, de los mejores. He buscado tratar con los mejores, con campeones del mundo de diferentes clases que han venido a dar charlas o a enseñar y ver qué pueden dar. En la sencillez en la navegación, en la posición del cuerpo, en el peso en el barco y las velas como lo más importante. Cómo “trimarlas” bien y cómo te posicionas en el barco es lo que más he escuchado de ellos, de gente que ha hecho todo el mundo en la vela. Hay que tener mucho de –como dicen aquí– esa “garra charrúa”, ese temple.

Me imagino que habrá aprendido en cuanto al relacionamiento entre personas, cómo hay que ser compresivo, solidario, amigo, porque no es fácil estar encerrados mucho tiempo.

¡Ahí tienes toda la razón! (Risas) Porque realmente el mundo de la vela, sobre todo el de cruceros grandes donde llevas pasajeros o llevas tripulantes lo más complicado no es navegar, el navegar se aprende mejorando cada día. ¡Lo difícil es la convivencia! En la Clipper Race somos 22 tripulantes y 2 profesionales: 24 personas que estarán un mes sin tocar tierra, pues eso requiere un manejo de la situación de las personas, con un poquito de dar “una de cal y una de arena” (como decimos en España). Entonces, mucha paciencia es lo que realmente hay que tener, eso lo aprendí ya desde hace muchos años. No se llega a ningún sitio con impaciencias, sino con ese tiempo que hay que darle para que todo el mundo aprenda. Realmente todo el mundo tiene que pasar por un aprendizaje, como cuando aprendes a conducir. ¡Nadie nace sabiendo! Tengo mucha paciencia para el que quiere aprender; el que no quiere aprender… ¡ya es otra cosa! (risas)

Es el primer español convocado para capitanear un velero de Clipper Race. ¿Cómo fue el proceso de selección?

Lo de ser el primer español me llena de orgullo, no solo por representar a España sino al mundo hispano o latino. Espero que sigan más, que haya un uruguayo en la próxima edición si fuera posible en la Clipper Race. El proceso de selección fue muy, muy intenso: primero una aplicación entre unos 200 aproximadamente, luego tienes un proceso de entrevista normal, como cualquier trabajo, para que vean que sabes de lo que estás hablando. Después son tres o cuatro días de pruebas en el mar; los directores de Clipper van y te ponen a prueba de una forma muy, muy intensa intentando, pues, sacarte de tu sitio. Me acuerdo que me decía el director de regata: “estamos buscando un skipper español”, y yo: “uh qué bien, qué bien”, y él: “pero tenemos dos años aún para encontrarlo”. Te quieren desbancar un poquito y después quieren que vean que tienes don de gente; hacemos maniobras de hombre al agua y todo justo cuando estás en el peor momento con las velas llenas con bastante viento, entonces te lo ponen difícil para que vean que, primero, tienes don de gente, si sabes tratar bien y tienes esa paciencia que hablamos antes y después si tienes los conocimientos de cómo navegar, técnicas de cómo navegar y resolver problemas que es algo muy importante… Pues intensa, intensa y quedé muy contento cuando me eligieron. Fue una inmensa alegría y estoy muy, muy ilusionado de participar en esta regata ¡y que sean más!

En una aventura de este tipo se combinan muchísimos factores como sexos, nacionalidades, idiomas, costumbres y psicologías. ¿Qué tiene que tener un líder de regatas para manejarlo con éxito?

Lo de la paciencia es muy importante. Y hay que empezar desde abajo. Es por lo menos mi filosofía de la enseñanza, empezar desde abajo e ir subiendo escalones e ir formando una base bastante sólida, visto que muchas veces tienes alumnos o tripulantes que quieren ya saberlo todo desde el primer momento. Lo importante es que se forme una buena base y recién ahí se puede subir.

Mi abuelo siempre me decía una frase que me quedó grabada: “lo único que se empieza de arriba son los pozos”. ¡Puede usarla! (Risas)

¡Es muy buena! Exactamente. Si no tienes una buena base después te tambaleas y no hay cómo aguantarse. Pero bueno, somos un equipo y me he enfocado mucho en que los tripulantes. Hemos hablado mucho, hemos hecho muchos meetings, hemos hablado bastante en cuanto a que hay que vivir esta experiencia lo mejor posible, al máximo. Es una aventura para disfrutarla y si no la disfrutamos ¡no lo estamos haciendo bien! En el barco Punta del Este estamos contentos, somos divertidos y la pasamos bien. ¡Hasta el color ayuda! El amarillo es intenso, yo creo que una vez que lo estás pasando bien, que estás disfrutando lo que estás haciendo, aprendes más y tienes mejor performance.

¿Hay muchos que hablan español en el barco?

Pues en la primera pierna si, hemos tenido el grupo de hispanohablantes más grande, de los cuales hay 4 españoles, 2 argentinos, 2 uruguayos; después algún inglés que también habla español, eso ha sido desde Londres hasta aquí. Normalmente hay que hablar en inglés en los barcos pero el español ha sido bastante fluído. En total somos de 19 nacionalidades y en cuanto a las edades, en la primera pierna teníamos al tripulante más mayor (76 años) y a la más joven (21).

Ustedes fueron los primeros en soltar amarras en Londres. ¿Cuáles fueron sus sensaciones personales en ese momento en el que este sueño se hacía realidad y luego hasta la victoria en Portimao?

La salida de Londres fue increíble, la torre delante se abre y había miles de personas en un ambiente estupendo en el Támesis. Yo he vivido muchos años en Londres, es un sitio increíble para hacer un evento como este y poder navegar por el río a través de esos edificios. Es una ciudad fantástica, salir desde el centro y que todo el mundo estuviese apoyando la regata y tanto barco –además de que mi familia estaba ahí– es muy emotivo y muy bonito. Lo de salir primeros lo he trabajado bastante, porque en mi equipo siempre tengo a todos en igualdad de condiciones, me gusta ser profesional, no solo en las maniobras sino en que todos representemos a Punta del Este bien y que todos estemos con el uniforme que hay que llevar, así es como me hacen ponerme primero en la salida.

“SIR ROBIN FUE EL PRIMERO QUE DIO LA VUELTA AL MUNDO SIN ESCALAS EN UN BARQUITO QUE… NO HAS VISTO ESE BARCO, ¡ES DEL TAMAÑO DE ESTA MESA!”

Ustedes no venían primeros, pero ganaron el Ocean Sprint y después pudieron empezar a trepar posiciones hasta pasar a todos rumbo a Portimao. ¿Cómo fue eso, por el equipo, por la motivación?

Las regatas son complicadas; empezar una regata oceánica como ésta los primeros días cuesta, cuesta acostumbrarse a un nuevo equipo. Habíamos entrenado pero no es lo mismo que la regata, así que los primeros días hay que empezar a unirse y empezar a funcionar como equipo. Siempre hay mareos al principio, la tripulación se tiene que acostumbrar y después tienes diferentes opciones, es como un juego de ajedrez. Tienes la opción más común y después varias opciones que –si salen bien– pueden darte bastante ventaja. Nos gusta aventurarnos, analizamos los vientos y tomamos esa decisión. Pero el viento no cambió como esperábamos y nos retrasó un poco. Desde ahí ya nos dio esa motivación de: “no puede ser que el Punta del Este esté tan atrás” y pudimos empezar a darle velocidad. Además teníamos el Ocean Sprints (dos líneas imaginarias donde el que las cruce más rápido se lleva los puntos), entonces ahí dedicamos tiempo y esfuerzo; fuimos bastante rápidos ¡y lo ganamos! Desde ese momento nos subió el ánimo aún más y seguimos alcanzando a uno, después otro y el otro y al final nos quedaban como tres o cuatro delante. Yo ya tenía planeado desde Londres que una vez que diese la vuelta a la esquina de Portugal la táctica era pegarse a tierra. Yo sabía, lo conocía y los demás no sabían eso y pasamos como una moto hasta Portimao. Fue una alegría y creo que aquí en Uruguay, en Punta del Este y en el Yacht Club particularmente ¡mucha alegría! Y me encanta dar alegría a la gente que pone su esfuerzo para tener un barco como éste.

Ya ha cruzado el océano 5 veces, ahora 6. El Atlántico al menos ¿lo había hecho hacia el lado sur? ¿Cómo fue esta experiencia?

Bueno, es un cambio, cambia todo una vez que pasas de hemisferio norte al sur. Las estrellas ya están del lado contrario y todo cambia un poquito. Pasas por el Ecuador sin viento y después tienes los vientos típicos de esta zona, los que vienen de África y siempre son constantes en la costa de Brasil. Luego empiezan los pamperos, las sudestadas, estos vientos muy interesantes de esta zona del sur de Brasil y de Uruguay, la verdad que es la primera vez que los navegaba y fue muy, muy interesante. La forma nubosa que viene, la fuerza que tienen. Me ha gustado mucho, he disfrutado un montón.

¿Cuál fue la experiencia más linda y la “vaya momento”, por decirlo de alguna forma, que les tocó vivir en esta pierna?

Lindas, muchas, ver al equipo mejorando y disfrutando, poniendo esfuerzo…

¿Quizás la más linda fue cuando ganaron en Portimao?

Sí, bueno, ganar está bien, está bien por un poco de reconocimiento porque trabajamos mucho en los entrenamientos y allí hacíamos regatas de prueba que son de dos días en vez de un mes, ganamos muchas de ellas, entonces ese es un poco el reconocimiento de que: “sí, vale, somos buenos”.

¿Y en altamar?

Una buena fue surfear una ola y hacer como 27 nudos de velocidad; empieza a salir agua por los lados y es una sensación increíble el sonido de la fricción del barco con las olas. Todo el mundo se pone a gritar de la emoción; y cositas como ver ballenas que se te acercan. Una vez tuvimos aquí cerquita de Uruguay dos ballenas que se nos acercaron y estuvieron con nosotros 2 o 3 horas siguiendo al barco, no sé exactamente cuál era la razón de por qué estaban ahí, pero bueno, nos siguieron, se acercaron y estaban a apenas 2 ó 3 metros. Les sacaron fotos, increíble ver esos animales tan majestuosos y nada más. Y después lo peor: uno de los pamperos, los conocí bien, bien, porque se les ve venir y lo ideal es reducir velas, bajar las velas lo más rápido posible y te quedas con lo mínimo para que pase el viento y no te rompa nada. Pero no fuimos lo suficientemente rápidos y teníamos al spinnaker número 2 puesto arriba y no nos dio tiempo de bajarlo. Tuvimos que aguantar con este viento fuerte y bueno, se cayó y se rompió. Eso lo sufres cuando estás mirando hacia arriba y no puedes hacer nada, la impotencia de no poder bajarlos, es un momento de unos 70 nudos de viento. Realmente no se puede hacer nada, tienes que esperar que pase. Además tarda como 10 minutos y ya está. Eso fue lo peor, porque no hemos tenido ningún accidente en la tripulación, gracias a Dios. Pero el daño material también se sufre cuando se rompen las cosas.

Y en el relacionamiento humano ¿sin problemas?

No, todos los días nosotros hacemos dos grupos, uno que navega y el otro que descansa y después vamos cambiando, entonces una hora al día nos juntamos los dos y hacemos lo que llamamos “la hora feliz” y es un poquito de buen rollo, de hablar cómo va la regata, compartir ciertas vivencias, y después alguien (vamos rotando) organiza algo como cantar una canción, contar un chiste o hacer un juego. Ahí es donde vamos haciendo un grupo positivo y bueno, intentamos que se mantenga ese positivismo y no tengamos roces.

Su barco es el Punta del Este ¿ya conocía Punta del Este o Uruguay?

Pues si. Los destinos de la vida… estuve hace 2 años en Uruguay por un mes sin nada que ver con la Clipper Race y estuve en verano además, a finales de enero. Fue estupendo, pasé unos días en Atlántida, después fui al norte (a Tacuarembó) a montar a caballo y a andar con los animales, con las vacas, en un rancho muy divertido. Después vine a Punta del Este unos días. Me gusta mucho lo que es la patria gaucha, ese tipo de eventos. Luego pasé por Montevideo un par de días; es muy tranquilo. Me encanta Uruguay, la verdad que tiene esa paciencia que me gusta a mí, los campos tan abiertos y las playas enormes, preciosas.

¿Cómo ha sido su estancia en el Club?

Ha sido increíble, se lo decía ayer a la Directiva del Club. En la llegada al muelle (y eso que llegamos un poquito tarde, como a las 23:30) había como 300 personas esperándonos, niños con los padres, todos navegantes con las banderas gritando, domingo a la noche, muy, muy emocionante. ¡Casi se me saltaban las lágrimas de la emoción! Es increíble ver a la gente que sigue la vela con tanta pasión, tanto navegantes como no navegantes… había un poco de todo. Estoy muy contento, son muy cariñosos, la gente del Club nos ayuda en cualquier cosa que necesitemos y la verdad es que ha sido un recibimiento como los que no he visto en ningún sitio, y mira que he estado en varios puertos del mundo.

¡Qué bueno! Muchas gracias. Han realizado distintos recorridos locales, ¿qué le han parecido?

Llevo una agenda bastante atareada, pero sí, hemos recorrido. Como Bodega Garzón es uno de nuestros sponsors fuimos a visitar las bodegas y debo decir que es una bodega como pocas. Soy amante del vino y en Garzón nos enseñaron todo. Cómo va a ser la producción, probamos los diferentes vinos y pienso que la bodega tiene que ser de las mejores del mundo. Han invertido mucho, haciendo las cosas muy bien y me encantó, lo interesante es que me dijeron que producen, que tienen 30 hectáreas de un vino que se llama Albariño que es gallego y lo producen ahora en Uruguay, entonces ayer mismo me pusieron a probar el gallego y el que producen en Garzón y te digo una cosa: ¡no sabría decirte cuál es cuál! (risas). En Uruguay han hecho un trabajo estupendo y además es un vino muy rico y estoy muy orgulloso. Después hemos ido a varios asados ¡no podía faltar! Me gusta el surf y aquí en Punta del Este hay mucha ola, si tengo tiempo me escaparé a hacer surfear un poco.

¿Podríamos decir que esto es un sueño cumplido?

¡Sí, seguro!

¿Cuál sería el próximo, si lo tiene?

El próximo… (piensa). Pues quiero seguir en lo que son las regatas oceánicas y quizás buscar un sponsor e ir en uno de los Clases como los IMOCA, barcos más rápidos. La Clipper es una de las regatas más duras por ser una de las más largas, de más largo recorrido, más tiempo de duración y con el plus de que tu tripulación es amateur, es una regata que quizás te prepara muy bien para cualquier otra regata profesional. Entonces estoy abierto, hay muchas regatas oceánicas, me gusta la velocidad, intentar ir por ese camino, seguir la carrera de ser navegante oceánico, solo o con equipo, estoy abierto a las dos y me iré afinando. Ahora mismo solo estoy enfocado en esto, pero voy pensando un poquito en el futuro que va a ser este.