Un memorable privilegio personal: Parte II

UN MEMORABLE PRIVILEGIO PERSONAL: PARTE II

“En marzo de 1997, una noticia recorrió el mundo: uno de los cañones del mítico HMS Agamemnon, hundido en 1809, había sido recuperado del fondo de la bahía de Maldonado (Uruguay). La ubicación exacta de los restos del barco fue el desenlace de una larga investigación y los datos aportados por Anthony Deane, entonces comodoro del Yacht Club Punta del Este, fueron decisivos para identificar el naufragio.

Horacio Nelson asumió como capitán del Agamemnon en 1793 y desde ese momento lo consideró “sin excepción, el mejor en servicio”. Unido al barco por innumerables hazañas –y tal vez por haber recalado en la Bahía de Nápoles hacia un primer encuentro con Emma, Lady Hamilton– el Agamemnon fue siempre el favorito de Nelson.” 1

1 Contratapa del libro “Agamemnon. La pasión guerrera de Lord Nelson” de Anthony Deane, 1998. Ediciones Aguilar.

Colaboración cortesía de Mariano Lovardo
El H.M.S Agamemnon en acción. Ilustración 3D: Igor Hubenko

Mariano Lovardo
Investigador Arqueológico

El 16 de junio de 1809, entra a la Bahía de Maldonado el H.M.S. Agamemnon junto al resto de la flota inglesa al mando del Almirante Michael De Courcy.

Mientras ingresaba a la bahía, pasando entre la Isla Gorriti y la costa, golpea contra un banco de arena desconocido y queda varado. Su capitán, Jonas Rose, utilizó los botes del barco y otros medios para sacar su navío de esa situación, pero todo resultó inútil. Durante las aligeradas maniobras para zafar de la varadura, una de sus propias anclas terminó entre el casco del buque y el lecho marino, traspasando los maderos y desfondando la nave lo que permitió que el agua ingresara incontenible. El 17 de junio, los objetos valiosos del Agamemnon, su armamento y su tripulación fueron desembarcados con la ayuda de todas las chalanas y botes disponibles en la escuadra inglesa compuesta además por otros cinco buques. La acostumbrada corte marcial por la pérdida de cualquier barco de la Royal Navy, se realizó en Río de Janeiro el 7 de agosto de 1809, a bordo del H.M.S. Bedford. El capitán Rose condujo su propia defensa.

Los cinco capitanes de la flota escucharon repetidamente todos los testimonios y encontraron que el barco podría haberse salvado si no hubiera sido tan malo su estado general y así el capitán Rose fue absuelto honorablemente.

El 23 de marzo de 1997, Héctor Bado y su equipo de buzos, guiados por Mensun Bound (profesor de arqueología marina en la Oxford University) y director del Instituto MARE (Marine Archaelogical Research and Excavation) retiraron del sitio el primer cañón, que había sido previamente localizado por ellos mismos en 1993.
Éste resultó ser uno de a 24 libras, 3.500 kilos de peso y 3,10 metros de largo. Aquel día, me encontraba observando el desarrollo de las maniobras desde la cubierta de un barco anclado a 300 metros de los restos del pecio. En el momento en que la grúa consiguió sacar el cañón a la superficie, se divulgó a la comunidad marinera por el canal 16 de VHF el histórico evento. Entonces, un centenar de embarcaciones amarradas a distancia de tres kilómetros en el actual puerto de Punta del Este, estrepitosamente tocaron sus sirenas durante unos 15 minutos, generando un estremecedor momento. Al día siguiente en Londres, el H.M.S. Victory (único barco que se conserva actualmente de los que participaran en Trafalgar) rendía honores disparando salvas con todos sus cañones.

Como mencioné, el 25 de abril de 2017, exploré con mi detector de metales, el lado norte de la Isla Gorriti, lo que reveló la existencia de un cañón de hierro enterrado bajo unos 40 centímetros de arena. Éste, resultó el segundo cañón encontrado del cual se pueda decir con certeza que participó en aquel decisivo combate de Trafalgar y el único en este calibre de a 18 libras.

Ha sido un verdadero privilegio desde todo punto de vista, ser el responsable del descubrimiento y documentación de este significativo artefacto británico desde que 208 años atrás, los marinos ingleses extenuados decidieran finalmente abandonarle.

Tengo entonces que agradecer una vez más a los arqueólogos a cargo del Departamento de Arqueología y Comisión Del Patrimonio Cultural de la Nación, dependiente del Ministerio de Educación y Cultura, por la confianza depositada en mis capacidades para completar esta significativa tarea.