Una historia increíble

Una historia increíble

En la recepción realizada en la Embajada Uruguaya en Londres, conocimos la historia de “Pip”. Una verdadera muestra de temple y pasión por el mar y el espíritu de equipo

Santiago Core

Fotos: Santiago Core

Philip Cledwyn (inglés, 65 años, tres hijos, seis nietos y dos más en camino) escribió y leyó un poema para todos los que estábamos en la última celebración por la Clipper Race 2019-20, aunque fuera un 31 de julio de 2022. ¿El motivo? “Pip” no fue uno más a bordo del Punta del Este: su historia fue única.

A fines de enero de 2020 partieron desde Australia hacia Sanya (China) pero la pandemia hizo que todos se detuvieran en Filipinas. Unas semanas más tarde el mundo había cambiado, se canceló temporalmente la regata y todos debieron volver a sus países, al filo de la clausura global de fronteras.

Llegó a Inglaterra el 20 de marzo. Descansó unas horas y más tarde estaba en su escritorio, poniéndose al día con sus correos electrónicos. Su esposa estaba en el piso inferior de la casa, cuando escuchó un ruido fuerte (como una caída) y subió a ver qué había pasado. No vio a Pip, porque… ¡había caído inconsciente bajo el escritorio debido a un ataque cardíaco!

Afortunadamente ella es enfermera y rápidamente practicó reanimación. Llamó a una ambulancia y avisó que su esposo recién había llegado de Asia y no tenía pulso en su muñeca. Pensaron que era Covid. Lo llevaron al hospital pero en el camino su corazón se detuvo nuevamente. Lo reanimaron. Más tarde Pip intentó ponerse de pie pero su corazón se detuvo ¡por tercera vez! Cayó y se rompió la nariz, pero nuevamente lo reanimaron.

En 48 horas tenía colocado un marcapasos y dado que los hospitales necesitaban lugares para atender los crecientes casos de Covid, 12 horas después le dieron el alta y lo mandaron a casa. Lo bueno es que el marcapasos está conectado al hospital de forma inalámbrica, así que Pip puede llamarlos, consultar su estado y tener una respuesta en 10 minutos.

Lentamente comenzó a recuperarse y aprovechó los espacios verdes en su casa para poder hacer ejercicios y ponerse en forma poco a poco. Su meta: ¡retomar la regata cuando se reiniciara! En su mente, nada le iba a impedir hacerlo. Estaba determinado al 100%. La pandemia se extendió y mantuvo paralizada la regata, lo que ayudó a Pip a mejorarse, ponerse en forma y hasta cumplir con todos los requisitos que le pedía su aseguradora.

Lo más increíble es que si no ocurría la paralización de la regata, los ataques al corazón lo hubieran sorprendido en medio del océano y la historia hubiera sido muy, muy diferente.

Pip dice que “alguien estaba velando por mi, no era mi tiempo para partir”. Así que cuando se reinició la regata, allí estaba para cruzar el Pacífico rumbo a Seattle. La mayoría de sus compañeros estaban ahí también (no todos pudieron luego de dos años de pandemia) y el espíritu de amistad se hizo más fuerte aún. ¡Pip lo había logrado! Esto vigorizó a todos y dieron el máximo, logrando un tercer puesto.

– ¿Por qué escribiste un poema?
¿Es algo usual para ti?
– ¡No! (Risas). No soy un poeta, en absoluto. Lo escribí en el barco cuando estábamos en la costa del Pacífico; fue una travesía difícil, 37 días muy fríos y muy largos. En parte la inspiración vino por uno de mis compañeros de tripulación, una noche que estábamos acostados en la cubierta mirando las estrellas, algo espectacular. Pero hoy cuando llegamos a la Embajada faltaban 20 minutos para comenzar y uno de los muchachos me dijo “deberías escribir otro poema”. Así que sentado en el auto anoté algunas palabras.

– Realmente fueron muy emocionantes.
– Bueno, es el espíritu de todo este asunto. Es muy difícil de describir. Creo que hay momentos únicos en la vida y encuentras afinidad con algo. Estar con mis compañeros de equipo y haber logrado tanto es una experiencia conmovedora. Hemos tenido éxito y lo hemos hecho muy bien. Estamos muy felices porque además nos hicimos muy amigos y más que eso, todos somos una familia en el Punta del Este.

ODA A PUNTA DEL ESTE
Una pequeña parte de Uruguay
Tendió sus brazos y nos encontró a todos nosotros
Un grupo sencillo de marineros
Y respondimos al llamado

Punta del Este, el lugar más feliz
Nos contagió con sus modos latinos
Y entonces, navegamos la Clipper Race
Debajo del sol de dieciséis rayos

Durante mil días corrimos la carrera

En el mar y en nuestras mentes
Navegamos, luego esperamos y navegamos otra vez
Y dimos todo lo que podíamos encontrar

Todos dimos mucho pero tomamos más
Aprendimos cosas que nunca supimos
Acerca de la humanidad y la naturaleza
Verdaderamente somos unos pocos elegidos

Sinceramente agradecemos a nuestro patrón y a nuestro Comodoro
Y a nuestros queridos amigos del Yacht Club Punta del Este
Nuestra nueva familia extendida
¡Son lo mejor de lo mejor!

Ahora habremos de vivir nuestras vidas de una manera diferente
Y usaremos lo aprendido de la mejor manera
Y en caso de que nuestra fuerza se debilitara, recordar nuestro “grito de batalla”

¡PUNTA DEL ESTE – VAMOS!