Una segunda y diferente Clipper Race

Una segunda y diferente Clipper Race

Fernando “Nano” Antía vivió su segunda Clipper Race pero ahora como Primer Oficial contratado por la organización desde Londres y nos contó su experiencia y responsabilidades

María Inés Machiñena

Foto: Verónica Barroso

Corriste tu segunda Clipper Race pero con novedades importantes. ¿Cómo la describirías?
En esta ocasión me tocó ser el primer oficial del barco, que no es lo mismo que ser un tripulante. Ahora tengo la responsabilidad de trabajar espalda con espalda con el capitán y formar equipo desde Filipinas. Además fui contratado por Clipper Race como uno de los dos profesionales que se asignan a cada barco para ponerlos a punto; trabajamos dos meses y medio para lograrlo porque no estaban aptos para hacer los cruces oceánicos. Luego recibimos a la tripulación, entre los que estaba mi amigo Jerónimo Lestido, que vino a hacer su primera experiencia oceánica y nos dio una mano enorme.

¿Qué otras tareas tenías a cargo?
Ya no era un tripulante más sino que estaba a cargo, se siente diferente. Fue algo muy importante para mi. Y como te decía, tenía el barco a cargo y debí prestar mucha atención a su mantenimiento. Se rompieron sistemas imprescindibles como el generador o los purificadores de agua cuando estábamos navegando desde hacía dos semanas. Pero pudimos repararlos y seguir adelante. ¡Llegamos terceros!

¿Cómo lograron descontar tantos puntos a los de adelante?
Salimos de Filipinas 15 puntos atrás del segundo y 30 puntos atrás del primero y con Jerónimo nos pusimos el objetivo de alcanzar a los del segundo lugar. Navegamos fuerte, siempre que estaba bravo seguimos izando mucha vela, pusimos mucha “Garra Charrúa” y llegamos a Seattle victoriosos. Tuvimos solo cuatro días de “vacaciones” después de 36 días y 7.000 millas naúticas navegadas y nos fuimos a preparar el barco para la siguiente etapa.

Entrenamos a los tripulantes de nuevo y zarpamos hacia Panamá, fueron 28 días y 4.500 millas de spinnaker en mares peligrosos. El Covid-19 hizo que muchos tripulantes no pudieran reintegrarse, así que navegamos con 11 tripulantes solamente. Dimos el máximo y llegamos en segundo lugar, descontándole puntos al Vietnam. Luego la pierna de más de 2.000 millas hasta Bermuda, donde el Ocean Sprint nos dio puntos extra y pudimos acortar más aún la diferencia con el Vietnam.Allí se sumaron Gusi y Darío, que inyectaron mucha energía positiva al barco y pusieron todo su esfuerzo. Llegamos segundos a Nueva York y seguimos achicando la brecha. La experiencia allí fue impresionante y la motivación para el cruce del Atlántico fue enorme.

¿Cómo fue esa etapa?
Mucha planificación. Con Jerónimo (el Skipper) hacíamos guardias: cuando él está despierto yo duermo y viceversa. Elegimos un líder de guardia en cada una de las guardias y con el mismo sistema de que cuando uno duerme, el otro trabaja. Una inglesa y un holandés fueron los pilares de este equipo. Distribuimos según los conocimientos y capacidades de cada uno, armando las guardias lo más parejas posible. Los hicimos partícipes de los objetivos y metodologías para tener velocidad y minimizar riesgos.

Largamos hacia Irlanda pero tuvimos mala suerte y se nos rompíó una vela. Quedamos un poco “cola” como se dice en las regatas. Pero luego vino una baja presión muy fuertísima, de valores 9 y 10 en la escala Beaufort, subimos mucha vela e hicimos una remontada histórica. ¡Ganamos el Ocean Sprint y llegamos cuartos! Pasamos al Vietnam por dos puntos en la penúltima regata y nos quedaba solo el último tramo para defender la posición en la tabla general.

Tuvimos un buen descanso en Irlanda y preparamos la travesía por Irlanda y Escocia, donde hay corrientes, vientos fuertes y muchas olas. Es complicado calcular cada movimiento y los otros barcos nos la pusieron difícil, pero pudimos escapar de una corriente fuertísima allá arriba en Escocia; cerramos la puerta detrás nuestro y llegamos cuartos, pero el Vietnam había quedado “cola” y pudimos concretar el segundo puesto final. ¡Quedamos todos muy felices!