El único límite es el horizonte
Jerónimo Santos González, el Skipper del Punta del Este nos cuenta sobre las experiencias vividas y lo que se viene en su carrera como navegante. En un emotivo reencuentro, relató lo que fue esta gran aventura de su vida
Santiago Core
Fotos: Santiago Core
¡Felicitaciones por el segundo puesto que se logró y cómo el equipo se destacó! ¿Qué nos puedes decir sobre la regata, la cantidad de gente que tuviste a cargo y la vida a bordo?
¡Muchas gracias! Como en cualquier evento deportivo de equipo, justamente hay que crear equipo. Generar la conexión, la fuerza y la energía, así que desde el principio sentamos las pautas de cómo queríamos que funcionase todo. El proceso, saber que somos el Yacht Club Punta del Este, entonces tiene que tener un poco de Uruguay, tiene que haber “Garra Charrúa”, toda esta fuerza que el Uruguay tiene.
Luego viene quién soy yo como Skipper, una persona con mucha pasión, español, latino y con 19 nacionalidades diferentes a bordo, entonces también hay que formar una tripulación que disfrute, ponga esfuerzo, se divierta y quiera ganar. Fuimos los más ruidosos y los que más seguidores tuvimos en cada parte del mundo que hemos parado, donde siempre había camisetas amarillas por todas partes… ¡así que salió muy bien!
La tripulación no latina también se enganchó con ese espíritu, están súper felices y emocionados.
Todos se sienten muy uruguayos, se les ha pegado mucho. Yo reconozco el esfuerzo que ha hecho el YCPE para conseguir un barco y una parada para este evento de nivel mundial, así que doy todo de mi parte –y también mi tripulación– para que Punta del Este se vea por todo el mundo a lo grande. En momentos difíciles, cuando costaba seguir, uno piensa “oye, otros han puesto también su esfuerzo para que estemos aquí con este nombre, podríamos ser el barco de una marca de galletas (risas) ¡pero somos de un Yacht Club navegante y del Atlántico!”. El único Yacht Club que esponsoriza esta regata y hay que demostrarlo. ¡Hay que luchar por todo!
Varios tripulantes extranjeros dijeron sentirse prácticamente un uruguayo más; los que no conocían Punta del Este decían que quieren ir a conocer.
La idea del barco es también eso: generar turismo, generar economía, poner al YCPE donde se merece estar, en lo más alto y entre grandes del mundo como el Mónaco Yacht Club, el New York Yacht Club, el Squadron de Inglaterra… es donde pertenece, la élite del mundo. Y claro, todos quieren ir a visitarlo, conocer Punta del Este y Uruguay.
Fueron el barco que ganó más Ocean Sprints. ¿Cuál fue la táctica?
Fue una mezcla entre dos cosas: la “Garra Charrúa” (y lo digo porque me gusta esa expresión, por lo que transmite, luchar hasta el final) y nuestra estrategia de incorporar datos y números sobre qué hay que hacer, qué ángulo, etc. Hemos ido grabando toda la información de cada minuto de la regata, la pusimos en una gráfica y sabíamos exactamente en qué ángulo vamos más rápidos, qué viento y qué velas tenemos que tener.
Entonces estaban usando información estadística reciente de ustedes mismos, de –por ejemplo– otros Ocean Sprints. Pero ¿esos números aplicaban en otros océanos, aún con vientos o corrientes diferentes?
Sí, el barco tiene eso, hay posiciones donde va a ir más rápido que otras. Hay un dispositivo que con los instrumentos de viento y de velocidad va creando unos parámetros que aplicamos no sólo en los Ocean Sprints, también navegando desde que empezamos la regata el 1 de septiembre del 2019 en Londres. Descartamos los datos de los extremos y nos quedamos con la media, que nos va dando esos parámetros que se llaman los polars del barco. Con eso podemos calcular –por ejemplo– cúal es el mejor ángulo o la línea más corta entre dos paralelos para llegar lo antes posible.
También influye la suerte; si llegas un poco antes o un poco después puedes tener diferente viento respecto a los barcos de adelante o a los de atrás, ahí no hay mucha opción. Pero en condiciones más o menos normales hemos sido los más rápidos, hemos sacado 24 puntos de los 135, casi un 20%. Hemos luchado duro y está bien ser reconocidos como el barco más rápido de la flota. Me siento muy orgulloso y esas pequeñas cosas también nos hacen sentir ganadores.
¿Cuál fue el mejor momento y cuál el más complicado de la regata?
El mejor momento quizás sea el orgullo de ver a la tripulación: muchos de ellos no habían navegado antes y se convirtieron en ocean racers. Ver ese cambio y decir “¡qué increíble!” porque ahora están aquí sabiendo tanto y en tan poco tiempo. ¡El esfuerzo que han puesto hace que uno se sienta orgulloso!
Momento difícil (pero también orgulloso de estar) fue un sábado de noche en el mar del Sur, en lo más cercano a la Antártida. Allí ocurren las condiciones más severas del planeta; son lugares inhóspitos para la navegación. Apenas hay tránsito marítimo por esas zonas, solo barcos que hacen investigación y estudios del clima de la tierra. Las tormentas aparecen y no paran.
Entre África y Australia.
Sí, como no hay tierra de por medio, estas bajas presiones van girando y creciendo, entonces llegan los (vientos) 40 rugientes, los 50, los 60…¡la cosa se pone bien intensa! Tuvimos un máximo por encima de 80 nudos (150 km/h) ¡y olas que nunca he visto en mi vida! Son montañas de agua de quizás de 14 metros de altura, es una barbaridad, de esas que miras para abajo y piensas “¡yo no quiero ir por ahí!”.
¿Qué hay que hacer cuando viene una de esas montañas de agua?
Mucho respeto y mucho cuidado. Hay que estar muy vigilantes, reducir el riesgo, tener el mínimo de tripulación en cubierta. Entra muchísima agua, miles de litros pasando por toda la cubierta y si bien estamos todos enganchados, podrías sufrir un golpe muy fuerte. Llegamos a ser solo dos en cubierta, con un estado del mar que es como si estuvieras en un programa de National Geographic en HD. ¡Es realmente increíble! Los colores del agua volando, se levantaba como si la lluvia saliera del mar, algo que nunca vi en mi vida. Por momentos el sol, ¡se generaban unos colores alucinantes! También vimos albatros volando y ballenas de vez en cuando pasando. Inolvidable. En conclusión, difíciles pueden ser todas las situaciones intensas pero te diría que las más complicadas fueron cuando teníamos viento variable. O cuando apenas hay viento… ¡quizá es más difícil que no haya viento a que lo haya!
¿Qué sentiste cuando llegaron a Londres y estaba el muelle lleno de gente, cuando bajaron del barco y luego subieron al escenario?
Una vuelta al mundo es una aventura increíble, algo que muy pocas personas han hecho. ¡Hay más gente que subió al Everest! Es duro y lleva tiempo, pero tuvimos el mejor apoyo gracias a la organización de Clipper Race, al YCPE, la tripulación… entonces llegar a puerto, tener miles de personas esperando y dando ánimos, es algo que me recordó cuando llegamos a Punta del Este y teníamos esa recepción tan grande.
El broche de oro quizás fue cuando subieron al escenario.
¡Sí! Fuimos la agrupación más numerosa en el escenario, empezamos a saltar al ritmo de “¡Oe oe oe, Punta del Este!”… ¡se caía el escenario! Hubo un momento en que pensé “bueno, nos caemos, nos caemos, ¡y está el Comodoro Etcheverrito aquí arriba!”. Me preocupé por eso (risas) pero bueno, fue muy emotivo. Personalmente estoy orgullosísimo de haber representado al Yacht Club Punta del Este y haber terminado la regata sanos, salvos y en una excelente posición.
¿Cuáles son tus planes a futuro?
Iré a un equipo de Hong Kong que se llama Scallywag; participa en las regatas más grandes del mundo. Tienen un Maxi 100 y otros barcos, como un foiling trimaran de los más rápidos del mundo. Seré parte con muchísima ilusión y todo esto es gracias a Dios y a haber participado en la Clipper Race con el Yacht Club Punta del Este, que es un club muy importante y reconocido en el mundo.
LÁGRIMAS EN SUDÁFRICA
Cuando nos íbamos de Sudáfrica sufrimos el choque con el Sanya; son situaciones que ocurren de vez en cuando en las regatas. Los barcos se juntan en la salida y se reducen los espacios, pero no fue nuestra culpa en absoluto. El Sanya no siguió ciertas reglas que hay que seguir y fueron descalificados. Al ser una regata oceánica no era tan grave pero sí muy triste, se me caían las lágrimas… ¡me chocaron al Punta del Este! (Risas). Me dolió a mi y a toda la tripulación. Pero hay que seguir para adelante, se aprende mucho. Lo arreglamos lo más rápido posible y cruzamos el mar del sur súper motivados ¡y a pura Garra Charrúa!